No sabemos, los docentes de a pie, si alegrarnos o entristecernos por nuestra nueva condición de trabajador esencial, aunque siempre lo fuimos, aunque ahora se nos reconozca efímeramente. Y es que necesidad obliga, la económica, que no la sanitaria ni la educacional, pues aunque sea indiscutiblemente mejor la docencia presencial, tanto por la formación como por el carácter integrador de la educación en sí, tan alta distinción no fue otorgada durante el confinamiento domiciliario del pasado marzo, donde a fuerza de mucho trabajo y sacrificio, sin horarios ni descanso, demostramos que una educación al límite, pero educación al fin y al cabo, no presencial, era posible, no deseable. Ser esenciales no depende de las necesidades, ni del momento ni de la situación, de hecho, no depende, se es esencial o no se es, y nosotros, los docentes, siempre lo fuimos y lo seremos.
Por eso, el reconocimiento ahora obligado, o más bien la distinción que no distingue entre esencial, imprescindible o necesario, ni puede, debe o merece ser reconocido como la necesidad de una actividad económica, sino como la esencia vital propia de cualquier individuo en sociedad y de cualquier sociedad para con sus individuos, con o sin pandemia, con o sin confinamiento o restricciones, extemporáneos y sin corolario. Esenciales, existencialmente esenciales. Detrás de cada acto o acción por mínimo o intrascendente que consideremos lleva la marca de aquel o aquella que por primera vez nos guió, nos enseñó, o nos animó a realizar.
No crean es tan sencillo como parece ser esencial. Se puede ser necesario, pero es muy difícil ser esencial. Necesario es cuando a falta de lo esencial aprendes por repetición o mimetismo a atarte los cordones de tus zapatos, esencial es controlar la lateralidad y adquirir las habilidades de coordinación óculo manual necesarias para atar zapatos, abrigos y barcas de paseo. Necesario es sumar, esencial es conocer el concepto de la suma para poder multiplicar, dividir y realizar operaciones matemáticas y físicas complejas. Necesario es escribir pero esencial es saber lo que escribes. Necesario es quedarnos con sus hijos mientras usted trabaja, esencial es transmitirle formación, conocimiento y valores universales.
Definitivamente gracias por este nuevo título por desgracia más mobiliario que nobiliario, pero que ya teníamos, en el corazón de nuestros alumnos, en usted que me lee y en el futuro de las generaciones que nos sobrepasarán, ahora sólo queda que quién otorgó el título corresponda con el nuevo estatus y cuide y mime a este su personal esencial, empezando por garantizar las medidas sanitarias de distanciamiento y reunión acordes a tal merecimiento, luego reconociendo profesionalmente nuestra labor y por último, o por primera vez, distinguiendo entre lo esencial y lo necesario.
Saturnino Acosta García, presidente de ANPE Cáceres.