Tanto la familia como la escuela son dos contextos que forman un papel fundamental en el desarrollo de los niños y los jóvenes. La familia es el primer contexto socializador y el espacio donde los alumnos adquieren los valores, competencias y modos relacionales que son fundamentales para una adecuada inserción social.
La escuela es la institución que tiene la mayor relevancia para los niños y adolescentes con respecto a la cantidad de tiempo que pasan allí y con respecto a la cantidad de relaciones sociales que se producen en el centro educativo.
La escuela es lugar donde no solo se aprenden contenidos académicos sino donde se aprenden importantes pautas de relación social, así como una amplia gama de valores sociales. También es el lugar donde se relacionan padres, profesores y alumnos además de otros profesionales.
Así mismo, la familia es el primer agente socializador y más importante en la primera infancia para el niño. Es por ello por lo que la colaboración de la familia y escuela es fundamental para el desarrollo completo de la persona.
Si realizamos una visión actual de las múltiples funciones que realiza la escuela y por ende los maestros y profesores, nos daremos cuenta de la gran complejidad de funciones que tienen éstos en la actualidad. En las últimas décadas se ha ido desdibujando la función de los profesores donde se les exige en muchas ocasiones que no solo sean transmisores de conocimientos y de cultura, así como de educadores, se les pide que cumplan un rol de padres, madres, psicólogos y solucionadores mágicos de todos los problemas que les vierte la familia en el desarrollo integral del niño. Es decir, actualmente se le ha exigido a la escuela que asuma valores y competencias que antes asumían las familias.
La familia y la escuela forman a los jóvenes y por ello es muy importante que esta relación sea fluida con una adecuada asunción de los diferentes roles que se complementan en el desarrollo integral del niño y del adolescente.
Una de las grandes dificultades que están encontrando los profesores del siglo XXI en la escuela en la falta de una comunicación fluida entre familia y escuela. Esto proporciona o favorece en ocasiones que al profesor se le termine asignando un rol que no le pertenece e incluso culpabilizándole de ciertas actuaciones de sus hijos si no lo cumple.
Es fundamental para el desarrollo de la labor docente que cada una de las partes integrantes asuma sus roles, el profesor no es el padre ni la madre. Los padres y educadores tienen la responsabilidad de formar a niños y adolescentes en unos valores éticos, cívicos, para la buena convivencia en el centro escolar, así como en la sociedad. Para ello es fundamental que los padres y alumnos interioricen la importancia por ejemplo de un clima de respeto en el centro educativo, así como en el aula, con el objetivo de conseguir una mayor calidad educativa.
La importancia del reconocimiento por parte de las familias de la labor docente, así como de la complejidad que tiene dicha labor, es fundamental en la colaboración familia-escuela.
Los padres deben favorecer la incorporación de los valores éticos y cívicos por parte de sus hijos para que se pueda garantizar el derecho a la educación en la escuela y que así exista un respeto mutuo entre familia y escuela. La escuela sin la familia no podrá conseguir los objetivos para los que le ha encomendado las administraciones. Por ello, nuestros profesores siempre reconocen esta colaboración como indispensable para conseguir una enseñanza de calidad y un adecuado clima de convivencia.
De este modo, los alumnos, que son los futuros ciudadanos, necesitan referentes en su vida personal, académica y social por lo que la colaboración entre familia y escuela es fundamental para que los docentes puedan llevar a cabo su labor en las situaciones más favorables de dignificación docente y esto no será posible sin el adecuado reconocimiento social por parte de los padres y de toda la sociedad.
Laura Sequera Molina, coordinadora estatal del Defensor del Profesor de ANPE.